Quinta Lacy es un lugar muy polivalente, que se presta a hacer tantas cosas que hasta nosotros mismos nos quedamos sorprendidos a veces. Cuando creíamos que le habíamos descubierto todos los tesoros, siempre llega alguien que nos descubre uno nuevo. Lo hemos convertido en espacio de celebración de bodas interiores y al aire libre, comuniones, bautizos, cumpleaños, eventos lúdicos y conferencias, comidas de empresa, ferias de coches, reuniones familiares, fiestas de verano, etc, etc, etc… y ahora nos hemos dado cuenta de que es un estupendo estudio fotográfico.
Empezando por los jardines: el de las palmeras, situado frente a las porchadas que se alternan entre las entradas a los salones, con solados de césped, madera, arena y grava y una cascada sobre chapa de acero; el jardín de los cítricos, denominado así porque está rodeado de árboles frutales como limoneros, naranjos y kumkuats. Y para añadirle un poco de azúcar a lo dulce, decidimos plantar bambú, flores variadas y granados. Los mimamos y cuidamos diariamente para que estén resplandecientes en cualquier época del año. Cada uno tiene una característica diferente, un entorno natural y propio para hacer una sesión fotográfica silvestre. Además, la ubicación permite tener una óptima calidad lumínica durante el día y la instalación eléctrica lo hace durante la noche.
Siguiendo por los interiores, los tres salones son totalmente diáfanos y se pueden convertir perfectamente en un solo salón si lo que se busca es amplitud. Los colores son planos para tener lo que supone un fondo propicio y apto. No hay nada que estorbe ni que se precise quitar, solo añadir los elementos decorativos con lo que queráis darle luz y color a las fotografías. Podríamos decir que es el paraíso de los fotógrafos y que una cámara es lo único que falta.
La suma de sus partes es lo que hace especial a Quinta Lacy. Y en este caso es la unión de lo natural y lo moldeable.